TERESA GIMÉNEZ, ELVIRA ROCA Y OTRAS 26 MUJERES
Las firmantes de este manifiesto defienden que la gran mayoría de las
mujeres en España son libres para elegir carrera profesional, trabajo y tipo de
vida
En el Día de la
Mujer nos proclamamos en deuda con aquellas mujeres que lucharon por conseguir
la igualdad de derechos y deberes entre los sexos. También expresamos nuestra
inquietud ante una corriente de opinión supuestamente feminista que pretende
hablar en nombre de todas las mujeres, imponerles su forma de pensar y
retratarlas como víctimas de nacimiento de lo que llaman el heteropatriarcado.
Nosotras no nos reconocemos víctimas de nuestros hermanos, parejas, padres,
hijos, amigos y compañeros, nuestros iguales masculinos. Nos rebelamos contra
esa política de identidad que nos aprisiona en un bloque monolítico de
pensamiento que niega la individualidad.
La situación de las
mujeres en España, según todas las estadísticas de organismos internacionales,
es de las mejores del mundo, sin que ello signifique que no pueda mejorar. En
la actualidad, hay más mujeres en la universidad que hombres, el fracaso
escolar es mayoritariamente masculino, al igual que el suicidio, y la presencia
femenina se hace cada vez más evidente en profesiones como la medicina, la
judicatura, la Administración del Estado o los niveles más altos de la
política. Además, nuestra expectativa de vida supera en varios años a la de los
hombres.
En la última
década, sin embargo, coincidiendo con la entrada en vigor de la Ley de
Violencia de Género, se ha instalado en el discurso predominante en los medios
y en la política una corriente de pensamiento que presenta a las mujeres como
víctimas por definición de una sociedad machista. El victimismo es un estado
psicológico que conduce a la parálisis y nosotras no estamos dispuestas a
perder la libertad, conquistada a lo largo de un siglo de lucha, porque nos
quieran amilanadas.
Subrayamos que
nuestro país, España, es uno de los más seguros del mundo para las mujeres, con
un índice de violencia de pareja comparativamente inferior a nuestro entorno,
incluidos los igualitaristas países nórdicos. Llamamos a que la lucha contra la
Violencia de Pareja sea siempre guiada por la evidencia científica más que por
la ideología. Sólo así llegaremos a intervenciones sociales más eficaces para
frenar la intolerable violencia contra las mujeres. Simultáneamente, no ignoramos
a las víctimas masculinas de otro tipo de violencia, hombres y niños, y
rechazamos la postura anticientífica que niega la agresión femenina.
Celebramos la
eliminación de las barreras para que las mujeres puedan colmar sus más altas
ambiciones profesionales. Ahora bien, si las cimas más visibles de la política
y la empresa no están ocupadas de manera paritaria por mujeres no tiene por qué
ser debido a la discriminación ni a la opresión patriarcal. La brecha de género
en profesiones de ciencia y tecnología sigue siendo un desafío que requiere
nuevos enfoques pedagógicos y respeto a las opciones de cada una de las
mujeres. Aquí, como en todo, la mujer es libre para escoger, sin tener que ser
un clon del hombre.
El 8 de marzo
conviene celebrar que la gran mayoría de las mujeres en España somos libres
para elegir carrera profesional, trabajo y tipo de vida. Reconocemos la
responsabilidad derivada de esa elección a la hora de decidir qué estudiar,
quién escoge la jornada reducida o no en caso de ser padres, la duración del
período de alimentación del lactante por la madre o cómo se organiza la
conciliación laboral.
Proclamamos el
derecho de nuestros hijos a saber que han tenido la inmensa suerte de nacer en
un país donde existe el respeto a las mujeres y donde las niñas llegarán donde
quieran. Porque ya lo han hecho. Porque ya hay rectoras de universidad,
investigadoras, políticas, médicos, ingenieras, abogadas, escritoras,
diplomáticas, periodistas, pilotos, empresarias o juezas. Desde hace décadas ha
habido ministras, alcaldesas, presidentas de comunidades autónomas, del Senado,
del Congreso, comisarias europeas y vicepresidentas del Gobierno. Obviamente,
existe amplio campo de negociación en los hogares donde haya parejas con
aspiraciones profesionales porque nadie —ni la mujer ni el hombre— puede
tenerlo absolutamente todo. Se trata pues de consensuar mecanismos para aspirar
a la mayor conciliación posible entre la vida familiar, la profesional y la
estrictamente personal.
Las niñas de hoy
necesitan saber que ellas no son víctimas y que tienen su futuro en sus manos.
Esa situación
privilegiada de España, que destaca incluso dentro del mundo occidental, es uno
de nuestros signos de identidad positivos como país. Según UNICEF, se estima
que 133 millones de niñas han sufrido mutilación genital, sobre todo en Oriente
Medio y en África. En Irán, hemos visto cómo se ha encarcelado a activistas por
quitarse el velo. En Arabia Saudí, por fin, este año, las mujeres podrán
conducir. Las tasas de maltrato en América Latina son aterradoras y en gran
parte de África ni siquiera hay planificación familiar.
Hace cuatro décadas
que las mujeres en España dejaron de depender de los hombres para conquistar la
igualdad. A muchas nos sobra el paternalismo y lamentamos que una ideología
contraria a la libertad pretenda arrogarse la representación de la mitad de la
humanidad y que se alimente de dinero público, de nuestro dinero, para fomentar
una guerra de sexos que nos degrada y nos aleja de un futuro compartido.
Celebremos el 8 de
marzo que, a diferencia de otras partes del mundo, en España las mujeres no
nacen víctimas. Que somos personas adultas, libres y responsables de nuestras
elecciones.
Firman este manifiesto: Teresa Giménez Barbat, eurodiputada
(Grupo ALDE); Elvira Roca Barea, historiadora; María Blanco, economista; María Benjumea, empresaria; Sara Gómez, ingeniera responsable de Mujer e
Ingeniería en la Real Academia de Ingeniería; Marta Iglesias, neurocientífica; Berta Vias Mahou, escritora; Andrea Martos, científica bioquímica; Mercedes Casanovas, agente literaria; Pilar Rangel, profesora de Derecho Internacional y
experta en yihadismo; Míriam Tey, editora; Ana Nuño, escritora; Gurutze Galparsoro, abogada y escritora; Ximena Maier, ilustradora; Anna Soler, arquitecta; Blanca Soto, galerista; Mercedes Monmany,editora y crítica literaria; Laura Fàbregas, periodista; Anna Grau, periodista; Cristina Losada, periodista; Almudena Solana, escritora; Cayetana Álvarez de Toledo, periodista; Andrea Mármol, periodista; María San Gil, expresidenta del PP vasco; Olivia Bandrés, jefa de gabinete; Juana Vázquez, escritora; Yaiza Santos, periodista y Paula Fernández de Bobadilla, editora.
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