domingo

40 POEMAS DE MARCELO SOSA


EL INEVITABLE ABRAZO CON LA TIBURONA


Primera edición WEB / elMontevideano Laboratorio de Artes / 2017

PRIMERA ENTREGA

Si tuviéramos que elegir un arquetipo metafórico para definir la vertical que vertebra la poesía de Marcelo Sosa, nos quedaríamos con la escena final del Canto Segundo de Los cantos de Maldoror, donde el atormentadísimo montevideano no tiene más remedio que exorcizar su horror haciéndole el amor a una especie de megatiburona que envenena el Mar Dulce como una Dama que devora peones impunemente en un tablero patrio que es capaz de ensuciar al universo entero.

Debo reconocerlo: / El Universo no conspira contra mí; / sólo me ve transcurrir inadaptado, / como un pato en un desfile de unicornios. / Sentarme, contemplar, fluir, luchar. / A lo mejor comprender y no intentar predecir, / Y agradecer cada maravilla. / El Universo es un espejo / de la noche interna que me gobierna. / Necesito poesía para poder seguir, / para limpiarme la mirada, / para no odiar a cada paso, / para no sentir cada mañana como una traición.

Es el mismo desafío que terminó aceptando el imperator cuando tuvo que zambullirse en la correntada tontovideana con el corazón-puñal-verga relampagueándole entre los bigotes y parir una Torre de las Esfinges que torsionó tanto a la imbecilidad uruguaiensis como al agotado espiralamiento de la lírica hispanoamericana.

Pero el prolífico quehacer poético de Marcelo Sosa también genera continuamente un reverso dialéctico que se atreve a besar cualquier perfil paisajístico del caleidoscopio cotidiano considerado vulgar por los comisarios culturosos.

La belleza (así, con minúscula), tiene muchas caras, reflexionaba el poeta con cancha (como le gusta autodefinirse a este oximorónico gladiador global) en una entrevista que le realizamos para elMontevideano Laboratorio de Artes: Creo que el que se pierde una moña a tres metros del alambrado, el que no se ha fundido en un grito de gol y abrazado a un completo desconocido porque estaba cerca, el que no ha sentido la imperiosa necesidad de protestar un penal no cobrado, se pierde una de esas caras. Tiene otras, claro, pero acá, en esta tribu artiguista, esa forma de belleza también es una forma de identidad. Y yo me entregué por entero a esa pasión blanca y negra que llevó con orgullo el gran Obdulio. Dejo escapar mi irracionalidad por ahí, y me encanta. Luego uno extiende esa pasión a la camiseta celeste y te das cuenta que en el mundo venimos a ser un cuadro chico. Entonces la belleza se convierte en gesta.

Y mientras el Sosa astillado (en el gravísimo sentido vallejiano) jadea: la belleza toma formas / que uno no comprende ni puede / atar con palabras // inefable flota / como el perfume de un ángel sin cielo, el Sosa denunciador (en el agónico sentido del Federico que se ofrece al martirologio en los valles del Hudson) se frunce casi ladrando: en la noche profunda / la mujer se cubre de máscaras / mientras el aire viciado besa su alma / y sus pezones / como una navaja a su víctima // Hay infiernos duros como rocas. / Sólo queda ser más duros y quebrar. / Sólo queda ser. / Sólo queda hacer. / La utopía / es no permanecer / inmóvil / describiendo infiernos.

Lo que es seguro es que la angurria de la Gran Tiburona jamás va a doblegar a este tremendo poeta.
Hugo Giovanetti Viola


Relojes

Duermo bajo un cielo
de inevitables relojes
que bailan una sinfonía primordial.
Dios es un coreógrafo, quizás,
o un relojero, un matemático poeta.

Me deslizo en el breve tiempo
y trato de hacerlo con elegancia,
pero no es mi elemento y desentono en la canción.
Arriba los relojes ríen su mecánica metálica.
Inalcanzables como utopías
ignoran mis pequeños deseos
o tal vez los cumplen a su modo
metálico y perfecto.

Debo reconocerlo:
El Universo no conspira contra mí;
sólo me ve transcurrir inadaptado,
como un pato en un desfile de unicornios.
Sentarme, contemplar, fluir, luchar.
A lo mejor comprender y no intentar predecir,
y agradecer cada maravilla.
El Universo es un espejo
de la noche interna que me gobierna.

Se vislumbra,
allá,
el final de la caída;
o tal vez otro comienzo, no lo sé.
Volver a empezar, quizá como unicornio
en un desfile de patos.
Dios es un coreógrafo
de imprevisibles relojes.


Héroes

Nada crece a la sombra de los héroes.
Solamente florece sobre la memoria
de mujeres y hombres que sangraban y reían,
y nos hicieron llegar tan lejos como nuestros sueños.

Nada crece a la sombra de los héroes.
Los condenamos a la inmortalidad
de las mentiras que cuentan juglares a sueldo,
de sucios mercaderes de mitos.
Los / nos condenamos,
a un mañana sin leyenda, a grises días.

Nada crece a la sombra
de las mentiras de boliche.

Dicen que Artigas no quiso volver,
dicen que Obdulio bebió con los vencidos.
Algún mediocre los hizo mitos.
Los / nos condenó a la sombra.

En una plaza florecen niños
alejados de cantos de ciegos que nunca
conocieron el barro
de las batallas.


Necesito

Necesito poesía.
No me importa si está escrita, o late bajo una piel tibia.
Necesito urgentemente poesía que me abrace,
que me lea, que me rime, que me alitere.

Necesito poesía como un poseso,
como el aire, como cada noche
necesita un día.

Necesito poesía para poder seguir,
para limpiarme la mirada,
para no odiar cada paso,
para no sentir cada mañana como una traición.

Y entonces veo tus ojos,
cansados, limpios, futuros.
Y respiro cada verso,
y rimo cada beso,
y se vuela,
de amarillos papeles,
como un ángel de estreno,
la poesía.



inefable

la belleza se esconde
en rincones insólitos.
entre ellos prefiero el instante del sueño
cuando tus párpados son paréntesis del infinito.

amo la curva de una hoja,
el ronroneo de un gato en la concavidad de una palma abierta,
la risa del duende que vive en la piel de esa personita.

la belleza toma formas
que uno no comprende ni puede
atar con palabras.

inefable flota
como el perfume de un ángel sin cielo.

y sólo a veces,
pasea por los sentidos,
como un turista por la rambla.
y sucede la maravilla.


Culpa

Juego a la culpa
con la pasión morbosa
de un motociclista suicida.
Leo sobre estética medieval
y pienso en Brasil y sus cuarteles;
miro un partido del Barça
y recuerdo que el taxista asesinado
tenía mi edad.
La culpa de mi silla cómoda,
me persigue mintiendo que mi vida es fácil.
La culpa se acomoda tibia,
como una petaca
en el bolsillo cordial de un alcohólico.
La realidad fragmentada de los noticieros
me atormenta con la precisión
de un torturador de la cia.

Escribo en un presente lineal,
aplastante,
simultáneo como piedras de una multitud enfurecida.
El verso final,
optimista,
se niega a salir, acurrucado entre telones.
Solloza por la noticia de una niña violada.

Será cuestión de apurar la realidad
a fondo blanco, blanco
como una página invicta.


Una media luna

Una media luna de marfil
brilla como la joya principal
de una corona olvidada.
Cóncava cesta,
su lado oculto recoge
promesas incumplidas,
plegarias sin fe,
palabras vacías
flotando a la deriva
en un mar infinito.

Una media luna de leche y miel
nos mira con inmortal piedad,
como una madre sin hijos,
lejana y sola.  


Tornasoladas

las calles brillan en la lluvia
manchadas de aceite y luces,
tornasoladas como un vinilo de pop psicodélico.

los conductores se aferran
a la razón del volante,
todo puede pasar en esta noche breve
y despojada de gracia

las calles brillan
como estrellas apagadas

en la noche profunda


strip soul

la mujer ayer muchacha
cubre con capas de maquillaje
un rostro de valles secos

se despoja
de mínimos paños
con pretendida gracia
que sus compañeras aplauden con rabia
hastiadas de la indiferencia de hombres que fuman
contemplando el baile con ojos especuladores

la mujer se cubre de máscaras
mientras el aire viciado besa su alma
y sus pezones
como una navaja a su víctima 


Riesgo

El verdadero riesgo es ser cáscara,
crear una corteza de modales,
sensibilizarse ante imágenes
y olvidar el dolor de la carne.
El riesgo es ser ciudadano sin mancha
cuando el día es de barro.

Maldigo mi comodidad de gordo
escribiendo poemitas,
mis repetidas excusas, mis banderas ajadas
en el último cajón de un alma apolillada.

Para qué mierda la fe,
si no la ejerzo hasta sangrar en la maleza,
allí donde la esperanza es lujo.

El día / barro se diluye en la lluvia cultural del olvido
y mi cobardía fabrica karma a plazo fijo.
La oportunidad pasa como un tren vaporero,
obsoleta y hermosa, brillante como una lágrima.
Levanto mi cabeza y corro,
abrazo mi fortuna.
Ser feliz es mancharse hasta el prejuicio
haciendo lo que te dicta el universo.


noción de hogar

mientras el cielo se precipita
como un espejo derrotado,
yo caigo en una realidad
de colores como pájaros
donde los signos se confunden
de sombrero y sonrisa.

el tiempo es un chicle en la boca
de una niña aburrida.

ahora el cielo es un puño cerrado,
una estampida de bestias primordiales
lamiendo mis talones

el tiempo es una piedra
lanzada por ese que se cree libre de pecados

corro hacia vos
sin miedo,
con la noción de hogar tatuada en la frente;
como el destino de este 145
que compite con la tormenta a ver quién es
el más inevitable.
viejo apostador,
juego unas fichas a la lluvia.
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